En la actualidad se sabe que l@s niñ@s aprenden por
imitación. Es un hecho que puede comprobarse en las aulas. Aprenden imitando a
sus iguales, a sus profesores, a sus familias. Sin embargo, suele ocurrir que,
cuando quieren manifestar su propio interés o preocupación, nos podemos
encontrar con la siguiente conversación:
- - Pero
yo quiero ahora
- + He
dicho que no
- - ¿Por
qué?
- + Porque
lo digo yo
Expresiones como “cuando seas mayor lo entenderás”, “lo
que digo yo y punto” y un largo etcétera condicionan al infante y le hacen ver
que en este mundo no tiene voz.
No obstante, en el vídeo “Dicen: no eres más que un niño”
aparecen cuatro referentes posibles para la infancia de nuestra sociedad actual
y quisiera destacar algunas ideas excepcionales de cada un@ de ell@s.
En primer lugar, quisiera hablar de Yursa Mardini, ya que
fue capaz de nadar durante 3 horas para salvarle la vida a 18 refugiados y fue
nombrada la Embajadora de Buena Voluntad más joven de ACNUR en 2017. Para
cualquier niñ@ que haya visto “Buscando a Nemo”, la frase que Dory dice a su
amigo (sigue nadando) se hace una realidad tangible en un ejemplo real de la
vida. Yursa siguió nadando para salvar a otr@s, siguió nadando para huir de la
guerra.
En segundo lugar, Sophie Cruz. Una niña que se atrevió no
solo a llevar una camiseta defendiendo los derechos de su familia, sino que
intentó correr hacia el Papa para hacerse escuchar. Y lo consiguió ya que, al
día siguiente, el Papa llevó su caso al Congreso de los Estados Unidos. Un
claro ejemplo del valor de la familia y de lo que se está dispuesto a hacer para
salvarla.
Siguiendo con la tercera historia, Ismael Beah es un
ejemplo de perdón. Fue forzado a convertirse en niño soldado y gracias a UNICEF
logró escapar hasta llegar a Nueva York. Allí decidió estudiar ciencias
políticas. Lo que más me gustaría destacar en esta historia es a una persona:
su enfermera Esther. Esta mujer fue la que dio con la tecla, la que construyó
un puente al pasado de Ismael a través de la música, la que consiguió que el
niño pudiese perdonarse a sí mismo y valorar nuevamente su vida.
Por otro lado, Malala Yorsafzai solo tenía 17 años cuando
fue víctima de un atentado por luchar por los derechos de las mujeres. Fue
capaz de decir a viva voz “¿Cómo se atreven los talibanes a quitar mi derecho
básico a la educación?”. Un ejemplo de valentía para muchos adultos que no
seríamos capaces ni de quejarnos en voz baja de una situación que nos oprime en
nuestro día a día.
Para finalizar, pero no por ello menos importante, quisiera hablar de Greta Thunberg, que cayó enferma por su preocupación por el medio ambiente, ya que no entendía por qué la sociedad no hacía nada. Una niña diagnosticada con Síndrome de Asperger que ella misma lo denomina “superpoder” y no limitación. Gracias a su activismo logró recuperarse de su depresión, aunque en el colegio no todos los profesores entendían sus protestas.
¿Y por qué nombro a sus profesores? Porque aquí viene realmente la reflexión… ¿qué puedo hacer como maestra para defender los Derechos de la Infancia? La historia de la enfermera Esther me conmovió, porque ella supo encontrar la luz para un niño.
Los docentes siempre debemos estar
dispuestos a motivar al alumnado, a permitirle crecer, a valorar sus logros y a
ayudarle a superarse. Considero que no únicamente debo conocer sus derechos
para crearles un ambiente en el que se sientan a salvo, sino que ellos deben
conocerlos para poder defenderlos, para ser ciudadanos, para que entiendan que
tienen mucho que decir, y que lo que estos referentes hicieron podía haber sido
tachado de “chiquillada” en cualquier situación cotidiana y a menor escala, pero
cambiaron las reglas y no se quedaron solo en la superficie. Si ell@s fueron
capaces de pensar a lo grande… ¿por qué no mis propi@s alumn@s?
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